"Si queréis hablar todos al mismo tiempo. Será mejor que os arrojéis por la borda..."
Mientras nuestros náufragos reponen fuerzas, y alcazan las
condiciones óptimas de sorprendernos con el viaje a Ítaca, nosotros seguimos
dándole al timón, pues creo que es un buen ejercicio muscular, que últimamente
lo recomiendan los fisioterapeutas, para prevenir determinadas desviaciones en
las articulaciones de codos y otros elementos fibrosos que conforman nuestra
anatomía bípeda.
El día anterior habíamos comido salmón contaminado; sí, del
habitual, del que tiene plomo, y la verdad, que nos encontramos toda la
tripulación bastante pesada; con decir que íbamos andando por cubierta con los
pies a la rastra; parecíamos, más bien, un ejército de derrotados, o recién
apaleados, perseguidos por la miseria y las estrecheces de la vida; éramos como
un país maltrecho perseguido por la prima de riesgo, mientras nuestro capitán
nos arengaba: “Esforzados marineros, gentes de la mar, por cien tiburones,
que ni los mayores titanes marinos, nos hundirán en altamar. Voto a bríos, que
colgaré en el palo mayor, al que intente abandonar el barco en cualquier
barquichuela de nada. Ejem, ejem, Os agradezco el sacrificio. Jamás de los
jamases, se ha visto tripulación tan singular: llenos de harapos andáis por la
borda desafiando el oleaje, y aunque no os tenéis en pie, la patria, ¿que digo?
el barco, os recompensará por vuestro sacrificio. Y ahora brindad conmigo,
camaradas. ¡Viva el vino! Y que le den a la prima de riesgo”
-Pero Javi -dijo Ana- que esto no tiene que ver
con la prima de riesgo. Que estamos extenuados, compi, que aquí no hay quién dé
un paso después del salmón con plomo. O es que no te has enterado
del efecto gravitatorio, y demás. Que no eres Rajoy, hombre, que no.
-Ya lo que nos faltaba -Rajoy, vestido de pirata, con sus
primeros espadas repartiendo mandobles por doquier- repuso Alberto.
Y tras unos instantes de vacilaciones, con los pies a
remolque nos metimos todos en la bodega, dejando que el barco flotará en
altamar, balanceándose en las tranquilas aguas del Caribe,
mientras que los tiburones lo contemplaban un tanto moscas.
A duras penas llegamos a nuestro recinto,
dejando al barco a merced del batir del tranquilo oleaje. Nos arrellanamos como
pudimos, como un ejército de derrotados, y tras varias historias de piratas, y
otras anécdotas, que no vamos a referir aquí, pues no tenemos permiso de
pregonar a los cuatro vientos intimidades personales, y tras sorbito y sorbito
de café u otros licores exóticos del Caribe, rebozados con sabrosas anécdotas,
con libro en ristre a toda vela, Alberto, nos leyó el poema “Días de
indulgencia”, lleno de espiritualidad:“Volveremos a sentarnos/limpios y solos/frente al
fuego”.
Mª Antonia, en el poema “Vente a por uvas”, nos obsequió, con
las metáforas: Chasquea la lengua seducida/ por el líquido que resbala./Fuera
copas/ sólo tu boca en mi boca.
El grumete Andrés nos leyó un poema inspirado en las
guerras: “Buscaban las madres refugio/ en sus cuentas de ganchillo”. Estupenda
metáfora. Siempre hay que vivir a pesar de todas las tragedias, con las que nos
quieren arrinconar, metiéndonos el miedo en el cuerpo.
Paloma Hidalgo, nos envolvió con su magnífico
relato de un sordomudo:”Palabras”.
Y tras un tumulto de voces, Javier amenaza con
dejarnos a nuestra suerte, perdidos en altamar.Que sí, que está dispuesto a
llevarse las cartas de navegación. Y a ver qué hacemos, solitos en medio de un
mar plagado de tiburones, en constante alerta.
-Si queréis hablar todos al mismo tiempo. Será mejor que os
arrojéis por la borda. Por favor.-protestó Javier.
Todos los parlanchines palidecieron, al observar, que los más
allegados al capitán, se ponían en guardia, dispuestos a ejecutar sus órdenes.
-Tu turno, Ana.
Muy en circunstancia, nos leyó el poema “De Junio a
diciembre”- Dedicado a León.
Poema muy suave y cadencioso. Un cántico al amor.
Paloma Sánchez, nos recitó las últimas versiones de los Cantos VII y VIII, que suponemos serán las definitivas,
pues han quedado muy completos. Muy bien, Paloma. Por destacar
algo, un verso dentro de tantos tan buenos:
“Tu lengua gloriosa me golpea entera”.
Pablo, una de las últimas incorporaciones a la tripulación,
nos trasladó a Quevedo, con su poema” Sobre el dinero “:
Es voraz el dinero /Bravucón y logrero.
León, por su parte, nos lee con su exquisitez,
un poema lleno de nostalgia sobre la muerte, y la brevedad de la vida, aunque
deja inmerso en sus versos un canto al hombre. Y nos dice, en uno de los
momentos trágicos: ¡Cuánto mejor ser humo que seguir respirando!
Se hicieron innumerables matizaciones en prácticamente todos
los poemas, lideradas por Javier y, sobre todo Carlos, que para rematar la
faena, tomó el florín y tras partir en minúsculo trozos los cuatro tomates que
había sobre la mesa, y repartirlos, entre la atónita tripulación, que jamás
había visto semejante hazaña en sus cien años de navegación, dirigiéndose al
menda, increpándome, me ofreció con la punta de la espada un trozo de
tomate.
-Toma bellaco. Lee.-Y me hizo ingerir el trozo de tomate a
toda prisa.
Y leí, lleno de temor, el poema titulado ;
“Este maldito sabor ocre que palpita” , en el que demostraron su destreza de
espadachines, Javi y Carlos, y otros tantos, dando tajos por doquier a tan
malhadado poema, que me lo dejaron tiritando.
Por algo terminaba, y termina:
“En su amplia redondez /recién pintada con la sangre/ de unos
labios partidos por el viento.
……/al calor del humo esparcido por el
tragaluz/ implacablemente cerrado por una maldición”
Carlos, a su vez, finalizó con un poema al que se le tajeó
concienzudamente, a pesar de hermosas metáforas, como:
“me hubiera gustado jugar/ a ser un puente”
Vicente, por su parte , tras críticas
crípticas, propias de un lenguaje súper especializado, afirmó que el 70 por
ciento de la fuerza de un poema la da la interpretación del rapsoda músico o
cantautor, y para ello se apoyó, como siempre, en diversos autores; pero, a
pesar de tantos eruditos que piensan así, confunden el acercamiento de la
poesía, -siempre minoritaria, por medio del médium-rapsoda principalmente- al
oyente que no le llega, con la esencia de la misma, con la fuerza que emana de
la lectura silenciosa, para aquel lector que empatiza con el lenguaje poético como forma de expresar sentimientos que golpean los tambores en
medio de la soledad de la estepa.
El poema está por encima del rapsoda.
Como decía un físico teórico:
El sentido del Universo es cantarse así mismo, a través, del
hombre. Y yo añado, y por medio del arte, la ciencia o el amor.
Finalizó, la tarde con una exhibición de Javier, que con su
florín descuartizaba hábilmente en el aire, una bandada de tomates
lanzada por la marinería. Eso sí que era malabarismo y demás.
Jamás se vió semejante hazaña en los mares del Caribe. Terminada la faena
envainó el florín, y con su aspecto de espada, Carlos dio una vuelta por el
barco, entre vítores y aplausos.
2 de julio de 2012
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