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miércoles, 16 de diciembre de 2009

10ª Jornada/III Año: Miércoles, 9 de diciembre de 2009

Un Belén viviente o la Tertulia del Galdós

Las luces de colores estridentes atravesando el cielo de la calle Alcalá. Los villancicos atronando desde las tiendas con el claro objetivo de animar las ventas. Los ciudadanos haciendo cola en las administraciones de lotería, en la creencia inútil de que el día siguiente al 22 de diciembre no tendrán que ir a trabajar. Un Papá Noel vestido de verde, que reparte propaganda de un puti-club situado en un callejón de los alrededores. Madrid entero huele a incienso y a turrón de Jijona. Llego al Café Galdós pasadas las seis de la tarde y en nuestra mesa me encuentro al Rey Melchor, disfrazado de Aureliano Cañadas, y al Rey Gaspar, disfrazado de Javier Díaz.


-Váya, qué extraño color de cara… - me dicen.


Pues negro. Cuál va a ser. Soy el mismísimo Rey Baltasar disfrazado de David Lerma.


El Rey Melchor abre aquella reunión tan monárquica. Lee una de las primeras cartas que ha recibido. Tiene forma de poema y se titula “Amenazas”. Dice: O la próxima vez que sea serpiente/ treparé por tus piernas, por tus muslos/ sin descansar en pubis ni cintura/ hasta que apague tu respiración/ con un abrazo”. Un poco subidito de tono para ser de un niño, ¿no?, comentamos. Si bien convenimos que sólo un niño muy especial puede haber escrito con semejante belleza, delicadeza y hondura.


Llega la Virgen María, disfrazada de Ana González. Enseguida confiesa a la concurrencia que el stress laboral le está empujando a entregarse a toda clase de vicios. La miro y pienso en lo difícil que es conservar la pureza hoy en día, en lo rápido que se desmoronan los mitos. Muy pronto, crece entre los presentes el sentimiento de nostalgia que nos hace recordar aquellas Navidades sencillas de antaño, en las que se hacía música con sólo una botella de anís y un tenedor, y quien más, quien menos, sabía tocar la zambomba, y siempre había un cuñado borrachín y otro familiar dispuesto a llenarse la boca de polvorones y a gritar: ¡Pamplona!


Suspiramos a coro: qué tiempos aquellos.


El siguiente en intervenir es el Rey Gaspar, oculto bajo la identidad de Javier Díaz. Se trata de una carta-poema y en ella se alude a la competencia, a tenor de su título: “Papanoeles rampantes”. Aunque el subtítulo advierta “Poema para leer el 1 de diciembre“, permitimos al Rey de las barbas doradas que hoy, 9 de diciembre, lea su contenido. Dice: No existe refugio que aísle/ sueño prolongado/ (ese es el drama)/ que nos despierte/ dentro de seis semanas. Desde luego, reflexionamos los cuatro, esto lo tiene que haber escrito un niño muy adulto. Nos ponemos de acuerdo y decidimos, por amplia mayoría absoluta, que su autor queda exento de recibir carbón este año.


Queda poco para las siete y en el Portal de Belén instalado en la trastienda del Café Galdós aparece la primera de las pastorcillas, disfrazada de Rocío Díaz. Cuenta que una obra en el patio de su casa ha sido el causante de su retraso. Ahora, es el Rey Melchor el que anuncia que nos abandona, porque (aunque él no lo sepa todavía) tiene que ir a recoger un regalo. Melchor se levanta, se pone el turbante, se despide de todos y se sube a lomos de su camello, que exhibe una multa en las bridas por estar aparcado en doble fila. “¡Rediós!”, nos grita desde la puerta. ¿O ha dicho “Adiós“? Difícil saberlo, porque en nuestro Portal de Belén se ha montado ya la marimorena de cada miércoles y hasta los camareros hacen sonar las panderetas.


A continuación, el taller transforma su liturgia y adquiere la estructura de una tertulia. Sobre la mesa empiezan a circular los temas más variopintos: Facebook, Internet, el mundo globalizado, los mercadillos de Navidad, las películas pirateadas, las recomendaciones de libros. Hasta que, de repente, suena el teléfono del Rey Gaspar para anunciarnos que el Rey Melchor ha ganado el premio de poesía del Círculo de Bellas Artes, con un poema presentado bajo el seudónimo de Aureliano Cañadas, mientras que José María Herranz, otro pastorcillo que también visita nuestro Belén, ha obtenido una mención especial.


En la mesa del Galdós estalla el júbilo, igual que si hubiera nacido el Niño Jesús. Nos ponemos de pie, levantamos nuestras copas y brindamos por sus éxitos, que también son los nuestros.


Son las nueve. El Rey Gaspar y yo cogemos nuestras sacas, que aún esperamos llenar con más cartas. La Virgen María se pone el velo. La pastorcilla Rocío Díaz se ajusta el zurrón. Salimos a la calle y allí nos despedimos. Cerca de la puerta del Metro, el Papá Noel vestido de verde, que sigue repartiendo publicidad de un prostíbulo, seguramente me confunde con otro y me grita:


-¿Sabe que le digo, amigo? ¡Qué puta Navidad de los cojones!


Me voy a casa siguiendo una estrella fugaz y pensando que hombre, que tampoco es para tanto. Que luego, cuando todo pase y haya que subir la maldita cuesta de enero, nos acordaremos de lo dichosos que fuimos.



David Lerma Martínez
13 de diciembre de 2009


1 comentario:

Anónimo dijo...

Como me gusta leeros , escucharos, y tantos "comos"....
Genial la bitácora David, es preciosa, reivindiquemos las palabras , bonito, precioso, lindo, etc.
Como esas navidades de la infancia en que eramos felices y existía el espacio, no el tiempo.
El poder oirla ya ha sido la máximo, gracias javi, por hacer que nos sentamos todos los Rascamaneros muchos más cercanos.
Abrazos, FELi