![]() |
Sesión de espiritismo |
Llueve fino. La tarde es perfecta para la sesión de espiritismo. En la sala, una luz tenue difumina nuestros rostros. Formamos un círculo. Al centro de la mesa Juan Calderón pone unos panecillos dulces. Será para agradar a las buenas almas, pienso.
Las manos unidas a los papeles y las pantallas listas para recibir a los espíritus. Javier, el médium, invoca a los espíritus. El primero que se manifiesta es el de una gatita sabia que puede leer el pensamiento, ronronea a través de la voz de José Antonio.
Pic, pic, pic pic, trina la mesa y un gorrión se posa, de espaldas a la luna en la ventana de Javier. Alma ligera y profunda a la vez. Las manos de Cinta vibran recorriendo un paisaje humano, desde el rostro con surcos al ombligo y a los pies. Sin duda, hay ánimas que se quedan adheridas a la nuestra.
De oriente, fantasmas montados en Haikus se apoderan de la sesión en la voz trepidante de Juan Calderón.
Juan Raña es poseído por el espíritu de Eloy que pide que su primogénito lleve también el nombre de Eloy.
Un espectro descarnado exige que no digamos me gusta ni qué bonito, mueve la boina de Garrido. La poesía es el lenguaje de los muertos, declara rotundo.
Carlos Castro no está presente pero se manifiesta a través de Javier, mientras el espectro de Picasso intenta comunicarse a través de un espejo retrovisor.
Atraído, un pintor más irrumpe en la sala, es el espíritu de Goya mostrando sus negruras, perros y luces en la muy viva voz de Paloma. Después de tanto revuelo, el siguiente espectro aparece vuelto al revés, el mundo está de cabeza, sentencia en boca de Carmen. La cabeza e incluso el corazón pueden perderse en manos de la Yihad, asiente el ánima de Ashya a través de Manuel.
Desde el más allá, Juan Antonio con una voz tenebrosa habla de exterminio y del genocidio de los niños en Gaza por Israel…
Otro fantasma lejano pregunta por los tiempos y el tempo. Juan Pulgar toma nota.
¡Ah, el tiempo! Ha volado y es momento de cerrar la sesión, de agradecer a los espíritus que nos han visitado esta tarde. La música vuelve a sonar en la sala. Ya no llueve, las calles brillan bajo las farolas, las ánimas se dispersan entre los transeúntes y los árboles, que muestran vanidosos el tempo de la primavera.
Carmen Padín
9 de abril de 2025