Nuestro viejo bergantín que zozobra en medio de un mar indiferente... |
De nuevo por estas calles de Madrid, entre viajeros anónimos perdidos entre sus estrechos senderos o vagando por los pasillos del metro sumergido entre multitudes que viajan a sus inciertos destinos, donde quizás les espere la música de la persona amada o un acordeón inesperado en la calzada. Poco a poco me acerco a nuestro barco, llevándote conmigo, con mi corazón adornado con el suave murmullo inaudible de tu voz que vibra en lo más profundo de mi ser, querida mía.
Al llegar, nos encontramos a bordo Mariana, Alberto y yo. Ante tal abandono, nos pusimos muy nerviosos, bajamos a la bodega, dormitorios, camarilla del capitán y otros rincones de nuestro viejo bergantín que zozobra en medio de un mar indiferente a la desolación que aprisionaba nuestro pecho por la ausencia del resto de la tripulación. Afortunadamente, poco a poco fueron llegando los restantes miembros de la tripulación a bordo de pequeños botes, recién abandonados por ladrones de perlas, perseguidos por la policía portuaria del Buque Insignia de Madrid.
Tras los rumores habituales, los tripulantes fueron ocupando su sitio a bordo de la nave, y Javi tomando la palabra:
-Lo primero, informaros que el 26 de febrero a las siete de la tarde, haremos un homenaje junto con el grupo de Bellas Artes a nuestro querido compañero y amigo Aureliano Cañadas, en una de las salas del Círculo.
Y ahí estuvimos de cháchara deliberando sobre la organización de dicho acto, en el que los compañeros más allegados le rendirán el homenaje que nuestro viejo amigo se merece y con ellos irá también nuestro corazón, vibrando entre sus versos. Nuestro poeta de La Nada se transformará en luz, al igual que tú, mi amor, volviendo a brillar junto a las estrellas pues nacimos de su fulgor y allí volveremos en un Cosmos de Música y Palabra.
Y con tu permiso mi viejo amigo, ahora que andas por espacios inaccesibles para mí, recordarte tu magnífico poema Pájaro, del poemario Soledades:
“El pájaro
que perdió aquella pluma
en Yale
y que tú, cuidadosa, me entregaste,
no ha muerto aún:
vuela dentro de mí,
más allá, siempre más
allá, de tal manera
que soy un universo
paralelo, infinito.
Y quién hubiera dicho que bastaba
la pluma de algún pájaro
para ganarle
la batalla a la muerte.”
Sí, ganar esta batalla, pues de la luz venimos y hacia ella nos encaminamos, a través de los senderos de la Belleza y El Amor.
La materia es vacío, llena de energía de baja frecuencia, esperando a cantar con Las Galaxias.
Desde aquí mi abrazo más sentido, mi querido viejecito, de voz suave crispada por la edad, que caminabas por los senderos de la vida apoyado en un cayado de niebla, sorteando las vallas del camino.
A continuación, nuestra querida Mariana nos deleitó con dos poemas, de los que entresaco los siguientes versos:
“Preludio
Me acerco al mar
su cuerpo delgado y fuerte
se insinúa al mío
como un tigre.
……………………….
Me acerco al mar
me llama, me roza
……………………………….
me abandona.”
Pequeño rumor a bordo, mientras las olas acariciaban nuestro barco. Algunas observaciones y nuestra corsaria nuevamente:
“En calma
……………………..
el ruido envuelve el bosque
…………………………………………
el silencio pierde su murmullo
mientras el ritmo del árbol
explota con la velocidad de un resorte.
La vida sigue.”
Siempre tan espiritual y profunda, Mariana, tú que habitas golpeada por las implacables olas del camino.
Y alhaja, todo esto, envuelto en una brisa plena de luz y de palabras.
A continuación, Javier invitó a Alberto a que saliese a la palestra, deleitándonos con sus relatos cortos; pero el muy corsario venido a menos, declinó la invitación, lo cual provocó un murmullo indescifrable.
Ante mi sorpresa, apuntándome con su garfio semioxidado me obligó a coger mis arrugados manuscritos, que se me habían caído al suelo, por el susto que me había dado el capitán. Así es que leí un poema de mi poemario Planeta de autómatas, y del que conoces algunos poemas, que como sabes, lo empecé a escribir cuando estábamos en Canarias en los años setenta.
“Evolución
No me preocupa
que los smartphones
hayan invadido nuestras playas
……………………………………..
Lo que me inquieta
es la soledad de las gentes
sujetas a un calambre,
Lo que me desasosiega
es la destrucción de los bosques
y la creciente conversión
del planeta en un erial
poblado por robots.
……………………………………..
Me preocupa
……………………
que nuestra piel en su renuncia
se haya fundido
en la delgada película de un iphone.
………………………………………………………”
Ya sabes alhaja, mis cosas, esa zozobra que me persigue desde hace muchos años, temiendo que los cables se hagan con nosotros.
Y en la estrofa que comienza:
“Y me preocupa
que tú y yo,
que nosotros.”
Me quedé parado sin poder articular palabra unos instantes, tratando de sujetar la emoción, pues los siguientes versos
“huyamos del contacto de aquella boca,
que intenta acariciarnos;
que ignoremos su sonrisa
y prefiramos la impresa
en la virtuosa pantalla digital”
me recordaron la suave caricia de tus manos, o tu mirada atravesando mi mirada.
Y alhaja, lo sabes muy bien, me refiero a la deshumanización del hombre, y a la indiferencia por aquellos que hacen vibrar su corazón, a través del viejo acordeón que llora en cualquier estación de metro, o en los infinitos senderos, por donde clama el antiguo payaso que trata de llamar nuestra atención.
Al terminar, Joselyn Almeida exclamó:
-Tendrías Juan Manuel, que agregar una estrofa, haciendo referencia a las personas que se enamoran de un algoritmo.
A lo mejor lo hago, si me surge la inspiración en la forma adecuada.
A continuación, bajándose del barril en que estaba subido, José Antonio nos leyó el último soneto de José León:
“Mexicana
Sor Juana Inés, qué gusto da leerte
de tu tiempo lejano me escribías
…………………………………………………..
Te veo que sueñas en seguro nido
gustoso y silencioso del convento
………………………………………………….
la pena de tu dulce pecho herido
……………………………………………………
eres la luz de mi alma esta mañana
con las palabras de tu nieve pura”
Muy bien, León, por llevarnos con tus cansadas alas, al recuerdo de lejanos tiempos, en los que en el silencioso convento gime un alma herida, abriendo en nuestro corazón nuevas heridas.
Por otro parte, que la luz ilumine tu lento caminar por los senderos.
Después, José Antonio, nos cuenta con mucha gracia su viaje por El camino de Santiago, hecho prácticamente en coche, ya que su delicada situación no le permite caminar por abruptos caminos. Mas los últimos 5km los hizo a pie, cual jabato. Pero ojo, nos aclara: ”Bajo muy bien las cuestas”.
Y el muy condenado, confunde en el albergue a una señora con una enfermera -querencia de los hospitales, que diríamos en nuestro pueblo-. Y una buena manta protegió del frío a nuestro bravo corsario, dibujador de hermosos y pícaros romances, cuando su espada blande por los aires.
A continuación, nuestro querido capitán Javier, tras colocarse muy bien su carcomida pata de palo, nos relee un viejo poema de supervivencia de enseres y animales. Un poema que me recuerda a antiguos violines gimiendo entre barrancos.
A continuación, Isabel nos leyó el relato titulado El teléfono, en el que nos cuenta que la protagonista, tras dormirse, oye un ruido inquietante; al poco otra vez. Se levanta, mira por la mirilla de la puerta y ve a dos encapuchados. El miedo la atenaza, suena el teléfono, y al otro lado suena la voz de una amiga. Ambas empiezan a reír histéricas. Apenas consigue articular palabra; por fin:
-Gracias amiga. Me has sacado de una pesadilla.
El miedo Isabel, es el fantasma que merodea por los valles.
Luego nos leyó un poema dedicado a Benedetti, del que lamentablemente no pude recoger versos, pues circunstancias superiores me impidieron hacerlo.
A continuación, Manuel, quitándose tímidamente el pañuelo de colores de su cabeza, y dejando la cimitarra metida en su oxidada funda, nos leyó un relato con el tema de la semana, titulado Diario de un abandono, del que puedo decir lo siguiente: Nos describe los sentimientos de una puerta de un armario, que se siente abandonado poco a poco por su dueña, y por ello sus íntimas palabras nos atraviesan el alma, según va transcurriendo la triste historia del desahucio. Y he aquí algunas de las palabras de esta vieja puerta de madera, testigo de innumerables historias no contadas, que antaño soñó con tener alas en busca de la luz:
“Aún recuerdo la suavidad de sus manos
………………………………………………………
Y sobre mi cuerpo los pájaros cantaban
………………………………………………………….
Poco a poco se fue desvaneciendo
…………………………………………..
El hastío se apoderó.
Ella se marchó.
Tiró la ropa.
Después me arrojaron de mi casa.
Me enterraron.”
Muy emotivo tu relato Manuel, muy poético y lleno de vida. Un auténtico regalo del alma.
Lo que no sé, es si terminó con “me enterraron” o con esto otro rememorando a Juan Ramón:
Pero renacerá y volverán a cantar los pájaros. O quizás sea un añadido mío.
Después Manuel, siguió con su novela, en la que describe un asesinato, en el que madre e hijo lloran desconsoladamente. El hijo, Hassan, estaba aterrado, pues había matado al chófer que trató de violar a su madre.
A través de la lectura, nos va describiendo con minuciosidad el largo camino del traslado del cadáver hasta el fondo del lago, hasta conseguir que fuera tragado por las aguas.
Muy bien Manuel.
Y ahora, alhaja, una nueva corsaria, vestido su cabello del mismo blanco que a ti te coronaba, nos leyó un poema del que entresaco los siguientes versos:
“Hay palabras
Habla el escalofrío del viento.
Habla el tobogán de la garganta.
Habla la lluvia como la piel.
Habla la palabra hecha carne.
…………………………………………
Cuán injusta es la agonía
de las palabras que terminan
en el tiempo de la noche
en el tiempo de la mar
flotan, flotan…….”
Es un poema espiritual, que quiere convertirse en un grito en medio del ruido de la vida.
Las pequeñas matizaciones, pueden darle aún más fuerza, Susana.
Que nuestro grito derrumbe las murallas que no nos dejan ver el Horizonte.
Luego nos leerá un poema sobre la propuesta semanal:
“Que será de ti puerta rota
………………………………………
Quién cerró tu corazón
…………………………………..
Quizás sólo sirvas
para el sueño roto de un mendigo”
Qué bien, Susana, qué bello ser el sueño roto de un mendigo. Qué sensibilidad, por Dios.
Después Matteo nos lee un poema que ha mandado a un concurso, y del cual no puedo sacar ningún verso a pesar nuestro.
A continuación, Chelo, llenando con su sonrisa cual ave que juguetea en la cubierta, nos lee el poema Estás:
“A unos metros
a un mensaje
…………………..
a una vibración
…………………….
Y en el humo de un cigarro
que expulso lento
para que roce mis labios
sin saber por qué.
………………………………
En el aire todo
y en todo,
sólo yo.”
Muy bien Chelo, un cierto velo de tristeza en tus umbrales, o quizás los momentos de la vida en los que su ruido desborda nuestros ríos.
A continuación, Tina, que desde su barca nos obsequia a través del ordenador con una fábula en la que el lobo engaña al perro pastor, e incluso le ayuda en la nocturnidad, poniendo velas para que se coma las ovejas, y al final ser devorado por la bestia.
Un relato en el que nos invita a reflexionar sobre El Mal. Muy bien Tina.
A continuación nuestra galleguita Ana, nos lee un poema sobre el tema de la semana -la puerta del armario-, titulado Exhibición:
“A vos entera me ofrezco
…………………………………
Quitaos el sombrero
………………………………
Aparecer sin ropa ante vos
me incita un delicioso sabor
…………………………………………..”
Lástima no haber podido coger más versos de tan placentero y alegre poema, desenfadado y atrevido ante la tímida puerta del armario. La culpa la tienen impertinentes marineros que chapotean en el agua de altamar. Muy bien Ana. Un placer.
Marinería, arriemos velas, y naveguemos hasta conquistar nuevos espacios donde la Belleza derribe las murallas y las trampas, que en el camino nos tienen preparadas.
Y nada más, querida: todo este murmullo de mis compañeros de aventuras, te vuelvo a enviar desde lo más profundo de mi ser, donde tú habitas, aunque estés lejos de mí.
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