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... recordándonos los versos de Espronceda. |
Y de nuevo, entre multitudes por las callejuelas de la ciudad, medio perdido entre el bullicio, mi corazón te busca. Algún gesto entre los que pasan, o aquel ademán con que le adornabas, que me recuerden tu forma de mirar las cosas, me bastarían para que mi corazón se desborde entre tus alas.
En estas calles de viajeros anónimos en busca de futuros, te busco, y hasta las terrazas en las que se deleitan entre cañas o cafés, me llevan a aquellos momentos en que nuestras almas remaban al unísono, para mantener el rumbo en estas aguas, en este rio que discurre en estas calles que hacia el puerto me conducen.
Por fin arribo al barco, donde un poco despistada, mirando el horizonte me encuentro con Rocío, que al verme, me saluda, ya que a ella le ha tocado estar de guardia, mientras la marinería está de aquí para allá, perdida entre otras tripulaciones, entonando antiguas canciones de altamar, o recordándonos los versos de Espronceda:
“Que es mi barco mi tesoro
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.”
Pues en las aguas del amor encontraremos la libertad, aunque nuestras gargantas hayan enronquecido sin apenas poder articular palabra.
-¿Cuánto tiempo sin verte Juan Manuel?- me dice saludándome con un fuerte abrazo y en una de sus manos una daga, que, oh magia, al ofrecérmela,se convierte en un multicolor ramo de flores.
-Los tropiezos de la vida me han impedido estar con vosotros en los insondables mares de la vida, que bulle en nuestro barco- le respondí- al tiempo que inclinaba mi cintura, a la antigua usanza, quitándome el sombrero, y con la otra mano cogía las invisibles flores, cultivadas por los jardineros de la magia.
De repente, llega Mariana, ofreciéndose a recoger unas cuantas cosas desperdigadas por la proa, y cuando estábamos terminando la faena, irrumpe José Antonio, vestido de espadachín, entonando viejas estrofas marineras:
“Nunca hubo caballero
de damas, mejor servido”
declama, dirigiéndose a nuestras corsarias. Al poco, sube a bordo Javier, abriéndose paso a duras penas, entre los taburetes mal colocados, y tras contener una palabrota, protestó declamando un verso trisílabo, muy conocido entre la tropa:
-Hum, hum, hum….
Para terminar diciendo: ¡Vaya tropa!, mientras Susana, con un tremendo constipado, nos hace señales desde el Ordenador, acompañada por Carlos Ceballos, desde otras geografías, pues está allá por Extremadura, tras las huellas de los conquistadores de México y Perú; mas por lo que me han dicho, lo tiene bastante crudo; pero no seré yo quien lo retire de su objetivo.
La tripulación se va incorporando poco a poco, arrastrando sus espadas por el suelo, pues estaba bastante alicaída, después de haberse batido con las espadas de las otras tripulaciones, a la vez que sus dueños se esforzaban por sobresalir por encima de las demás gargantas, entonando las viejas canciones marineras de los escondidos bares del puerto, en una denodada lucha contra los demás corsarios. Jamás se verá en los siglos venidero, singular y desigual batalla, que dejó destrozados todos los bares de las calles aledañas, ante la impotencia de los policías, que asombrados quedaron del estropicio que sembraron por doquier, estos bravos y atrevidos marineros, pues no olvidemos que su única patria es la mar; así es que los alrededores, para repostar y poco más.
-Tilín, tilín, tilín -llamaba al silencio la campanilla, agitada por el Capi.
-Y ahora, que nos haga una reseña Juan Calderón de su singular experiencia al recibir la Medalla de Oro de San Isidoro…¡Un aplauso, queridos compañeros en los mares insondables del verso, de los cuentos y otras narraciones! ¡Un fuerte aplauso!
Y toda la tripulación, entre sonoros hurras, rompió un instante de silencio, con un torrencial aplauso.
Calderón, mirando a babor y a estribor, saludó humildemente, y dejando encima de un baúl destartalado su cimitarra, nos empezó a contar su singular aventura, en la que mostró su agradecimiento.
-Hombre, figuraros en semejante tesitura, sin estar acostumbrado a hablar en público, dada mi crónica timidez, que fue diagnosticada por un médico especialista en enfermedades raras, al internarme en la pubertad que desde entonces me persigue. Imaginaos, compañeros. Menos mal que estaba allí Javier y otros compis, echándome una mano; y gracias a que la presentadora que me precedió se quedó afónica de repente, y sólo se le veía gesticular, porque de oírla nada de nada. Y eso, como comprenderéis me dio inusitadas fuerzas, hilvanando un discurso que pasará a los anales de la oratoria por todos los siglos, amén.
Y tras terminar nuestro compañero, Rocío nos leyó un estupendo relato sobre el tema propuesto del hombre con los niños cogidos de la mano, titulado Bocabajo. Ingenioso, no más. Hilvanó una historia de aquí te espero terminando la protagonista diciéndonos:
-Siempre que pienso en mi hermano, lo veo bocabajo.
Después, breve discusión entre la tripulación: que si es mejor que pongas tal, o a lo mejor que pongas cual. Cosas de la tropa.
A continuación, me levanté de un sillón destartalado y lleno de historias de pequeñas o hermosas posaderas ¡Voto a bríos!, con gran trabajo por cierto. Al fin lo conseguí, y les conté un cuento infantil sobre los juegos de un tigrecito y un bebé sumergido en el capazo, mientras los padres disfrutaban de la floresta, pero interrumpida la gira campestre por el temor de la desaparición del peque que, afortunadamente, termina muy bien, estrechando los lazos de cariño entre los dos peques, los papás y la mamá tigresa.
Papá tigre, por cierto, estaba ausente, pues era muy machote, y era a la mamá tigresa, a la que le correspondía el cuidado de los pequeños tigrecitos.
A duras penas conseguí sentarme, cuando de pronto, llegó León, que fue recibido entre vítores y aplausos, ya que era su cumpleaños, y estaba bastante restablecido de sus últimos achaques; con lo que le cedí mi asiento, y me fui a sentar, tomando como mesa un viejo barril abandonado en la cubierta.
Y en estas, que entra en escena José Antonio, con un montón de pergaminos en los que además de tener dibujados una serie de mapas donde nos esperan inciertos tesoros ocultos en la niebla, tiene escrito un poema burlón sobre Ay, Matilde, en el que la chispa y el humor resplandecen por doquier, y del que pillé al vuelo, algún que otro verso.
“Ay Matilde
ya sabes que morir
es un fracaso
………………….”
Lástima, no haber podido coger más; pero es que no entiendo los otros versos que cogí, pues el zozobrar del barco entre las olas, me desvió la pluma y conseguí escribir meros rayajos. Muy bien, José Antonio.
A continuación, Mariana, nos leyó del nuevo poemario Los años líquidos, el poema titulado No me veo, del que entresaco:
“No me veo, Padre,
desde este valle del dolor,
desde esta maleza que me sofoca
…………………………………………………..
desde esta montaña de indolencia,
desde tu palabra que me aprieta permanente
y no me mata de una vez.
…………………………………………………………
No me veo Padre, no me veo creciendo
……………………………………………………
si te has llevado las ovejas
los caballos y lo manso del aire
y………………………………………………”
Qué bien Mariana, cuánta fuerza espiritual, en tu caminar, supongo que hacia Dios.
A continuación, Juan Calderón, con la chispa que le caracteriza, nos leyó un poema burlesco, titulado Mes de Julio en Madrid, en el que nos describe el caer un sol de justicia sobre la Cibeles y sus leones, que se encuentran un tanto alborotados, haciendo que el alcalde los regañe, por no mantener la prestancia debida. Al final de todo, Neptuno invita a tomar algo por la noche a Cibeles, como que no adquiere la cosa.
Muy bien, Calderón, todo un jabato de los mares.
En estas, que Javier, tras carraspear, muy solemne, aprovechando la mar en calma, nos recitó el poema titulado Decir perfecto, del que entresaco los siguientes versos:
“La tarde
se nutre de mentiras.
Nada está limitado
La luz
…………………..
Esconde en sus entrañas la noche
…………………………………..”
Siempre con sus versos afilados, apuntando a lo profundo.
Por su parte, Carlos Ceballos, haciendo señales, desesperado por estar atrapado en la pantalla de su ordenador, nos pide auxilio, ya que quieren regresarlo a Guinea Ecuatorial, donde le tienen preparada una buena por sus veleidades humanistas.
Le decimos que no desespere, que ahora mismo le enviamos una chalupa invisible, de esas camufladas por arte de birlibirloque, valiéndonos de túneles mágicos que van de acá para allá, sin que el personal se entere, como si viajaran en Agujeros de Gusano.
Afortunadamente lo conseguimos, y ya de nuevo en su pantalla, con las bridas bien sujeto, nos leyó un poema centrado en el hecho poético, mezclado con el urbanismo, del que conseguí entresacar estos versos:
“………………………
Más temprano que el bus
el asfalto se alegra de sus límites
……………………………………”
Muy buenos por cierto
A continuación Susana, nos leyó el poema titulado Poema andando en Aranjuez, del que resalto los versos:
“Dejé el ruido del mundo
por el silencio de tus ojos
…………………………………….
A veces me llamas
con el nombre de tu hijo muerto.
La ciudad ladra.
………………………..
El amor no odia
se queda.”
Muy potente Susana, con la fuerza del amor y del desgarro.
Y a continuación Chelo, con su tierna sonrisa, tímidamente nos lee el poema titulado Miserables ,
“En la puerta
del super
sentado
en algo similar
a un taburete,
saluda amable
a la gente que pasa.
El tono de la piel
no revela el origen,
no te hace sospechoso de nada.
Esa es la utopía.”
Como siempre, Chelo nos envuelve con versos cortos fundidos en lo cotidiano.
Por su parte, Manuel, nos sigue leyendo algún episodio de su novela, en la que en esta ocasión los Yihadistas han raptado al hijo de Ashya, relatándonos la dialéctica de la madre con el jefe yihadista, en el que se entrecruzan las distintas ideologías y el proceder de Occidente con el mundo musulmán.
Muy bien, Manuel. A ver si me vendes tu novela.
Por su parte, Paloma, como saliendo de las misteriosas cortes faraónicas, con su porte de sacerdotisa egipcia, nos leyó, con el ímpetu que le caracteriza, un poema en homenaje de nuestro querido Aureliano, del que entresaco los versos:
“El centauro velaba por su agotado reino
……………………………………………………………
Viniste hasta mí
desde tu nube inmortal.
Un animal salía de mis entrañas
…………………………………………
El centauro pasea
sus dominios vigilantes.
………………………”
Y no pude coger más; pero como siempre, muy dinámicos y potentes,retumbando en tus labios, como diosa hechizada por el verso que de tu voz surge.
Y cómo era de esperar, el cumpleañeros, nos leyó el poema Lobito de hierbabuena, en el que se narran las aventuras de Caperucita Roja en versión de León, en el que El lobo se nos muestra como fiero galán, diciéndole:
“ Que mi boca es hierbabuena
Y mis garritas son miel”
Y más tarde, preguntarnos y responder:
“Y qué pasó con el lobo
y la niña bondadosa?
Se amaron con mucho arrobo
y a otra cosa, mariposa,”
Muy bien, León, siempre deleitándonos con tu dominio del verso y el humor.
A continuación Cinta, nos lee un poema en el que nos muestra la lucha en el amor, en el que nos muestra el amante que quiere vivir un amor sin cadenas.
Nos dice entre otros versos:
“------------------
Está el amor escondido
……………………………………
No quiere ramos de mirlo
Lo que quiere es volar
neto, sincero,
escondido de sí mismo
un amor sin interés.”
Sí, Cinta, y tú eres muy desinteresada, muy generosa, una gran persona, que a veces te conviertes en una chiquilla que juega en el jardín, que tus versos cultivan con tanto esmero.
A continuación, Tina nos lee un ensayo sobre el mundo actual y sus guerras. Por ello nos dirá:
“La victoria y sangre hermanadas.
La sin razón se viste de cristal
y los ángeles juegan a salir”
O esto otro:
“ La hierba se humilla ante las profundas raíces que esconden los cuerpos malheridos…..”
Por su parte Carmen Padín, nos escribe un texto sobre Aureliano, y el cariño que tenía por las pequeñas cosas.
“Le basta, nos dirá, con ver el crecer una planta en cualquier sitio de la ciudad; ya sea una alcantarilla en una grieta de aquella pared, o en cualquier sitio que pase desapercibido, y en el que bulle la vida en todo su esplendor.”
Muy tierno y encantador tu texto.
Y para terminar la canción, entre barriles de pólvora, emerge Raña, leyéndonos un relato entresacado de frases que utilizamos en la tertulia. Trata de una escena en un funeral en el que dos amigos del difunto se congratulan criticándolo por sus empalagosos poemas que tratan siempre de libélulas
-Pobre, era buena persona; pero mal poeta.
-Sí, un desastre, escribía cosas así: ”tu ausencia era un puñal en el pecho”
-Y nada menos que 3 poemarios, y todos sobre las libélulas.
-Escribía poemas como churros. Y sin rima.
Se acerca la hija.
-¿Conocían a mi padre?
Al unísono:
-¡Qué suerte hemos tenido de leer su obra! Era una poesía de vanguardia.
Y esto nos contaba Raña. Entre mucho humor, termina diciéndonos que le conceden el Premio Nacional de Poesía a título póstumo, ofreciendo a uno de ellos hacer el prólogo. Y para más inri, por un poema titulado
La libélula y el viento. Y hecho con rima, por si fuera poco.
Y nada más, alhaja. Esto es lo que te he pedido contar de este día, tratando de comunicarte las pequeñas cosas de esta orilla, esperando que mi boca y mi voz se vuelvan algún día a fundirse con las tuyas.

Juan Manuel Criado Manzano
16 de abril de 2025