Hubo muchos piratas famosos a lo largo de la historia surcando los mares, pero pocos conocen la leyenda de la despiadada tripulación del “Tertulia Rascamán”. Un viejo galeón de dos o tres mesas por banda, con las bodegas llenas de munición literaria y en su proa bucaneros armados hasta los dientes preparados para echar a pique cuánto navío literario encontraran en su camino.
Tomo mi pluma en este año de gracia del 2009 y me dispongo a contar lo que ocurrió aquel lejano 13 de mayo en que aquellos temidos e intrépidos piratas se reunieron por última vez en la taberna del Galdós antes de poner rumbo al legendario Mar de las Palabras.
Escasas son las mujeres piratas que se recuerdan, sin embargo ¡vive Dios! que la tripulación del “Tertulia Rascamán” conoció a unas cuántas. De entre ellas, Roci Read, mujer de espíritu aventurero y talante conciliador que se había enrolado por pura necesidad de piratear con las escurridizas palabras. Aquella tarde, viéndose la primera en la taberna, se hizo centinela de su ausencia, y pidiendo una pinta de café de ron dejó su mente al pairo mientras esperaba al resto de
Mientras esperaban al resto de la tripulación, el comandante hablaba con entusiasmo, y su conversación era espiritual y cortés. Perfecto hombre de mundo Sir Javier Díaz, les informó de la existencia de un lejano bucanero de las palabras Joan Margarit. Y les comentó de sus batallas. Dicen que está “Misteriosamente feliz” les dijo, no dejéis de prestar atención cuando sepáis de él. Las mujeres piratas le escuchaban sonriendo. Y asintieron sin apenas mover los labios. No acababa de hacer notar Sir Javier Díaz que los miércoles en
- ¿Eres tú, bandido? –preguntó Sir Javier- ¿Estás aquí?
- Lo seguí, comandante. No temo que me haga fusilar.
El comandante que miraba ensimismado hacia el horizonte, se incorporó de pronto al oír un rumor lejano que avisaba de la cercanía del mar.
- Amigos ¿Qué ven allá a lo lejos?
- ¡Que me trague el mar si no estamos preparados! ¿Zarpamos?
- ¡Hombres de mar, a la caza!
- Bajen una chalupa y trasborden a la compañera, dijo el Comandante.
Y de este modo fue cómo se incorporó a la tripulación con las vestimentas empapadas por las prisas y la falta de tiempo, Carmen sin Fronteras, espontánea y aguerrida mujer de mar, cada vez más atrevida.
Empujado por vientos favorables la tripulación del “Tertulia Rascamán” se hizo a
- Enri de Luca: “El contrario de uno”.
- Wolfgang Safsky: “Tiempos de horror”.
Recalaron un breve tiempo en la isla de Celia de Cañadas para aprovisionarse y seguir rumbo al Mar de las Palabras. “Mala racha” fue el tesoro en forma de relato que compartió con los demás y que daba comienzo así: “Dormimos en una cama enorme de esas de dos por dos…” Roci Read le sugirió exhibir primero sus últimas alhajas, de forma breve, en vez de destaparlas del todo al final. Vincent Van Trillo se preguntó por el carácter del personaje. ¿Reacciona? ¿De qué es víctima?
No acababan de nuevo de zarpar cuando se les unió otra mujer pirata. Ángeles de las Bellas Artes. Y prosiguieron travesía.
Después de varias jornadas, recalaron en el puerto que avistó el comandante Sir Javier Díaz, donde éste les mostró el balance de todos aquellos días de navegación. Balance:
“Todo lo que perdí
Es lo que tengo”
No perdió el tiempo Carmen sin Fronteras en hacerle ver que parecía una de esas frases que se escriben detrás de las puertas de las letrinas. “Por mil tiburones que no ha sido una comparación muy acertada” musitó alguien por lo bajo. Y no contenta con el comentario Carmen Sin Frontera, arrojada y valiente donde las haya, prosiguió: “Siempre me han llamado mucho la atención las letrinas”. El resto de la tripulación clavó los ojos en sus jarras de ron. Sir Javier Díaz, se la quedó mirando sin pronunciar palabra alguna, aunque con su mirada pareció decir “Bajo un momento a ponerme la coraza del combate”. El Comandante era valiente, pero supersticioso y no le gustaban esas comparaciones, donde se echaba el mal de ojo sobre sus pareceres. Todo el mundo aguantó la respiración durante unos segundos. Incluso el galeón pareció detenerse en medio de las olas. A Carmen sin Fronteras empezó a caerle un sudor frío por la espalda, viéndose por momentos colgada del palo mayor, recompensada con veinticinco azotes o simplemente apaleada y arrojada moribunda a los caníbales. No se movía ni un ápice el viento. Nada se oía. La tierra por entonces plana amenazaba con temblar bajo sus pies y quebrarse por la mitad, hundiendo a todos. Pero el Comandante Sir Javier Díaz, sobreponiéndose a su debilidad, no solo le leyó el Balance sino que se atrevió con otro poema más, homenaje al gran bucanero Buñuel, al que no quiso ni titular:
“He subido hasta aquí
A descubrir cuánto queda de nieve…”
“Ha llegado el tiempo
de cosechar las flores
que brotan de la tierra.”
“¿Quién envenena mi comida?
¿Quién rompió la pata de mi silla favorita?
¿Quién me condena cada noche
a velar en silencio sueños ajenos?...”
19 Mayo 2009
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