La Bitácora de “la Tertu” ¿Qué no? La del 25 de junio
¡Pedazo homenaje que nos dimos! El Javier llegó con unos coleguitas de curro: el Rulfo y el Hierro. No, qué va, no vienen mucho, pero para no conocernos de nada, tope enrollados los dos... Y eso que estaban de bajón que allí que estuvieron llorándonos, chaval, emparanoiados con que les iban a matar… ¡Diles que no me maten! ¡Diles que no me maten! Decían. Un pasote. Hasta que se fueron y entonces el Javier se lío unos papelillos de periódico para todos. Allí, sentados en corro, empezamos a pasárnoslos y tío, ya sabes cómo es esto, nos rallamos, y nos dio por filosofar. La culpa la tuvo una pibita que se nos unió, una tal Chantal Maillard, que empezó que si la poesía, que si el pensamiento… y macho como el
La Lena que si “la poesía es como la esencia…”. El David, macho, que ya sabes como le curran las neuronas, saltó rápido, “que si la poesía es más que métrica, musicalidad, belleza… la poesía tiene un pensamiento”. El Vicente, con el cuelgue que tiene con los relatos, pues ahí a lo suyo: “Que si la poesía es como el relato donde cada palabra es determinante y está muy pensada”. Entonces va el David y suelta: “Que ahora con la falta de tiempo se debería leer más poesía que parece que se tarda menos…” y todos a una: “Ya, ya, eso debería pasar, pero no pasa” y la Ana que “… la poesía es un pensamiento adornado, pero toda literatura es pensamiento…” y el Javier “Sí, pero el poeta es más independiente…” y el David: “El poema y el relato salen del mismo motor creador: una sensación, pero hay diferencia en la forma de contarlo…” y el Javier otra vez: “Nada es narrativa absoluta o poema absoluto al final se mezcla un poco todo…” …
Nosotros sí que a esas alturas ya estábamos pero bien de mezclados chaval, flipa con el nivel de mi tertu. Que tenías que habernos visto. A todo esto, el garito no veas si se iba llenando de peña, pero a nuestro rollito, nuestro corro, nuestros papelillos, y ahí a voces, que si la poesía, la poesía… y lo que no es
Y fue entonces cuando el Vicentrillo sacó lo suyo, que el chaval traía ración doble de la buena: “Ray Bradbury y Ángel Zapata”. Y a Ray le dejamos para otro día, pero de Zapata nos pusimos hasta arriba. De Zapata y dos coleguitas más, uno que le dicen “el Shepard”, que nos contó una de metralla y aviones, y una pibita “Ana Mª Matute”, que nos contó allí mismo una historia de “Un niño al que se le murió el amigo”. Ya, ya sé lo que me vas a decir, que los de fuera venían todos finos de penas… pues sí chaval, será el calor que les da mal rollo, o que se nos ve, que somos bien de legales y les damos confianza y ya está. ¿Qué no…? Pero aunque venían en plan moña, no veas que flipante era lo que contaban, que el Vicentrillo no hacía más que decir: “Pero vosotros atentos a cada palabra” y mientras ahí el chaval, bien de círculos que hacía a lo que le parecía de nota… Que estaba entregado al arte del círculo, emulando a aquella que no hace más que rectángulos y cuadrados y círculos y más círculos cuando le pega el subidón… Si hombre, la de los colores, la que se llama como el primer garito donde parábamos… ¡Eso! Menos mal que te has acordado si es que la falta de sueño es muy mala… Pero justo ahí fue cuando la Carmen sin Fronteras que había vuelto del moro sacó lo suyo. Bien de generosa que fue. Que se acordó de nosotros y trajo para todos, para que nos hiciéramos unas líneas, a su salud…
Y ya que estábamos, pues se las hicieron la Ana, la Lena y la Rocí… Las líneas chaval ¿Qué va a ser? Es que no veas que noche tío, ¿no te he dicho que hicimos a todo? y no es por nada, pero bien niqueladas que les salieron. ¿Qué no? La Ana se ralló con una historia “barata” de hoteles y hombres que no son tan hombres… Tío ya me entiendes, que yo no quiero señalar a nadie… pero dejó “huella”. A la Roci, en cambio, le dio por la física y flipas, que nos colocó una historia de Newton y pibitas de esas que tampoco quiero señalar… Y la Lena se dio un rulito en tren de lujo macho… El tren no… el rulito. Que tenías que haber oído cómo lo flipó que decía cosas como que “de lejos te acerco” o “cómo patalea el humo de la chimenea, se acerca el temor de las cenizas…” Y allí todos con alucinaciones, viajando también: “Macho que es verdad que yo veo el humo pataleando…” “Pues yo veo los días impares” “¿Y que son días impares?”…
Que se nos va la pinza… ¿Pero cómo no se nos va a ir, si hay mucho que colgar…? Porque mientras las chicas nos hacíamos unas líneas ahí andaban ellos: rallándose. El Vicente dale que te pego que si las editoriales y los best seller, los best seller y las editoriales. El Javier perdiéndose por los senderos del festival del humor (aunque menos mal, ahora que no nos oye, que le salvamos del bucle de la pista y la barra, la barra y la pista…) y el David a tumba abierta, que cuando nos ponemos… nos ponemos. Y le dio la vena sincera, y nos confesó que oye mejor los lunes y los martes que los jueves y viernes… Hasta que pasó una mujer y le dio un bolsazo, al pobre chaval, en la cabeza, y le cortó todo el rollito de su tímpano a turnos…
Que tenías que haber venido, tío, que mira que te lo he dicho veces, que mis coleguitas son bien de enrollados, y mazo leídos… ¿Qué no? Que a veces hablan de cosas que ni nosotros mismos entendemos, que dice Vicente: “Que guachi, guachi” y todos ponemos cara de “nipu…” Pero ahí tienes al David, a saco: “A mí también, macho, a mí también me gustó”. Casi como un hermano le comprende.
Porque mis coleguitas de la Tertu, son así, distintos pero bien de legales, enrollados, alegres, que sí, que vale, que se rallan con las palabras, se rallan mazo, pero ¿Qué quieres? Cada uno con lo puede… o con lo que le dejan ¿Qué no?
26 de junio de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario